Eran otros tiempos y otras costumbres. Hoy en día se desaconseja que varias especies convivan en el voladero, al tener distintas necesidades y poder transmitirse enfermedades unas a otras.
Aquí mostramos algunos ejemplos para tomar conciencia de los riesgos de ese relativo hacinamiento:
Gallinas y pavos: ¡atención!
Las gallinas no suelen verse afectadas gravemente por el histomonas meleagridis, un protozoo responsable de la histomoniasis. Pero este parásito es terrible para otras especies y ataca a los pavos de menos de dieciocho meses. Los huevos del protozoo expulsados en los excrementos de las gallinas son ingeridos por otros animales y así empieza el ciclo de infestación.
Gallinas y palomas
Las bacterias responsables de la salmonela están muy presentes en el intestino de las palomas sin necesariamente afectarlas. Sin embargo, se vuelven más problemáticas con las gallinas cuyos huevos consumimos nosotros. También se incrementan los riegos de contagio de coriza.
Gallinas y patos: ¡cuidado!
Quizás hayas recogido en tu gallinero huevos sin cáscara, revestidos únicamente con una membrana de cáscara translúcida. Las causas son múltiples, pero dentro de ellas, el responsable el más corriente es un adenovirus: EDS 76. Este virus provoca el «síndrome de caída de la puesta» y está vehiculado por las aves palmípedas sin que esto les cause problemas concretos. Por desgracia, ¡no se puede decir lo mismo de tus gallinas!
Como siempre en el gallinero, todo es cuestión de higiene. En general, si tu intención es tener un corral rico con diferentes aves de corral, intenta de disponer de un local distinto para cada especie, aunque deban encontrarse en algún momento concreto. Después, mantén una higiene permanente con limpiezas regulares, espolvoreando tierra de diatomeas y pulverizando productos como SoluClean, lo que mantendrá a los parásitos a raya.