No obstante, la obtención de aretes de buena calidad supone una ardua tarea e incluso puede llegar a ser frustrante si no se tienen unas nociones básicas sobre genética. Este artículo sobre la raza Araucana, además de explicar en qué consisten los deseados aretes, se centrará en explicar la herencia genética de este peculiar rasgo, su comportamiento y la forma de aumentar las posibilidades de obtener un mayor porcentaje de aves con aretes.
¿Qué son los aretes?
Ubicados a la altura de la nuca, sin duda, los aretes son, a simple vista, el rasgo que más llama la atención en la raza Araucana. Los aretes son una deformación del conducto auditivo externo que, en su proyección hacia el exterior, culminan en una especie de apéndice epidérmico recubierto de plumas. Los aretes son un rasgo tan diferente como rebelde, pues pueden aparecer tanto en el gallo como en la gallina en ambos lados de la cara, solo en el izquierdo o solo en el derecho. Además, es un rasgo muy variopinto, pues sus formas y tamaños pueden ser de lo más variado; en ocasiones, el arete puede ser grande y frondoso como un pompón, mientras que en otras, apenas alcance el tamaño de un guisante.
Estudios científicos sobre la herencia de los aretes
El primer estudio científico acerca del gen de los aretes fue realizado por el profesor Ralph Somes en la Universidad de Connecticut (EEUU) en la década de 1980. El profesor Somes se centró en el estudio exhaustivo de la herencia de los aretes, su desarrollo embrionario y del gen de los aretes, que denominó con la voz inglesa “Ear tuft”, que en castellano significa aretes del oído, y cuyo símbolo es “Et”. El profesor descubrió que el gen de los aretes actúa como un gen dominante, es autosómico (no está ligado al sexo) y es letal cuando coinciden dos copias del gen, es decir, cuando los dos padres le entregan una copia del gen a su cría, esta muere durante el desarrollo embrionario. Por esta razón, los ejemplares que exhiben aretes solo recibieron el gen de aretes de uno de sus dos padres. Esto significa que, por ejemplo, dentro de un grupo de reproducción de Araucana siempre va a haber una mezcla de animales con aretes y sin aretes, pues es imposible conseguir que un animal tenga las dos copias del gen de los aretes.
Al cruzar entre sí dos ejemplares con aretes, el 25% de la descendencia morirá durante el desarrollo embrionario antes de la eclosión, otro 25% nacerá sin aretes y el 50% restante nacerá con aretes. Por el contrario, si cruzamos un animal con aretes con otro sin aretes, la mitad de la descendencia nacerá con aretes, mientras que la otra mitad no portará aretes. (ver imagen 1 y 2).
El profesor Somes contó los tipos de aretes encontrados en casi 700 Araucanas y pudo comprobar que el 22% de los machos y el 31% de las hembras tenían aretes, obteniendo un promedio del 26% de animales con aretes. Por tanto, por alguna razón, y según este estudio, las hembras tendían ligeramente a tener un mayor porcentaje de aretes que los machos. Además, de todas las aves que portaban aretes, en torno a un 25% eran animales con aretes pequeños, alrededor del 10% tenían aretes en un sólo lado de la cabeza y el otro 40% tenían aretes irregulares. Es evidente que a la mayoría de criadores y aficionados nos gustan los aretes cuanto más grandes mejor y, a poder ser, en ambos lados de la cabeza, aunque la genética es caprichosa y esto no siempre es posible.
A la hora de criar Araucanas, muchos de nosotros, al menos los criadores más experimentados, notamos que, tras un periodo de incubación, siempre nacen menos pollitos de los esperados, incluso teniendo en cuenta los problemas de fertilidad.
El profesor Somes examinó alrededor de 500 huevos procedentes de cruces entre ejemplares sin aretes, cruces de ejemplares ambos con aretes y cruces de un animal con aretes con otro sin aretes. Así descubrió que el gen de los aretes es letal cuando dos copias del gen están presentes y estos huevos no llegan a eclosionar. En estos casos, el embrión muere en torno al día 18 de incubación, aunque algunos pollitos mueren al poco tiempo de la eclosión. También descubrió que, incluso cuando sólo está presente una copia del gen en el cruce entre un ejemplar con aretes y otro sin aretes, hay un incremento de la mortalidad de entre un 20 y un 40% respecto a la encontrada en el cruce entre ejemplares sin aretes. También examinó el porcentaje de pollitos con aretes y sin aretes obtenidos del cruce de un ejemplar sin aretes y de otro con aretes. Teóricamente, se debería encontrar que el 50% de los pollitos tuviera aretes y el 50% restante no los tuviera. Sin embargo, el profesor Somes se encontró con que el 39% de los pollitos tenía aretes y el 61% carecía de ellos.
Teniendo en cuenta las estadísticas obtenidas por el profesor Somes, podría realizarse un cálculo teórico para saber cuántos huevos de Araucana se necesitan incubar para obtener un pollito con grandes aretes a ambos lados de la cabeza. Si partimos de 100 huevos, la tasa de eclosión será de alrededor del 69%, por lo que nacerán unos 69 pollitos. En torno al 39% de los pollitos nacidos tendrán aretes, unos 27 y de éstos, la cuarta parte (unos 7) tendrán grandes aretes. Por tanto, podría extrapolarse que sólo 7 de cada 100 pollitos nacidos exhibirán grandes aretes. Evidentemente, si incubamos menos de 100 huevos, obtendremos proporcionalmente menos pollitos con aretes. Por ejemplo, si incubamos una tanda de catorce huevos, según las conclusiones del estudio del profesor Somes, sólo obtendremos un pollito con aretes. En los siguientes párrafos, contaré algunas experiencias personales acerca de la obtención de animales con aretes.
El avispado profesor Somes también estudió el desarrollo embrionario de este peculiar rasgo y llegó a la conclusión de que el gen de los aretes provoca el cierre temprano y anormal de una estructura embrionaria que se conoce como conjunto hiomandibular. Como consecuencia, este prematuro cierre da lugar a la formación cerca de la orejilla de un tejido carnoso llamado “pedúnculo”, del que brotan las plumas que forman los aretes.
El tamaño y la ubicación precisa del “pedúnculo” determina el tamaño y la forma de los aretes y las plumas que los forman pueden crecer en varias direcciones. Este rasgo también puede estar asociado con una serie de anomalías en los huesos de la cabeza y del cuello. Aquellos criadores más experimentados y más familiarizados en la cría de Araucana probablemente habrán advertido alguna vez estas anomalías. Algunos pollitos afectados por esta irregularidad tienen una especie de cavidad o agujero en el cuello o son incapaces de comer, lo que les produce la muerte poco después de la eclosión y, en otras ocasiones, el “pedúnculo” se sitúa en lugares inusuales de la cabeza o el cuello. El profesor Somes llegó a la conclusión de que todas estas anomalías son en parte responsables del aumento de la mortalidad de los embriones portadores del gen de los aretes.
El gen de los aretes
Hace apenas un par de años la profesora Susan Chapman de la Universidad de Clemson (Carolina del Sur, Estados Unidos) identificó el gen responsable de la formación de los aretes. Chapman contó con el asesoramiento y la ayuda del Club de Araucana de América en la obtención de todas las muestras de sangre de ejemplares de Araucana necesarias para poder completar su investigación. El gen que causa la formación de los aretes se llama TBX1 y está también implicado en una malformación congénita conocida como síndrome de Di George. En los seres humanos, el síndrome de Di George es causado por una deleción de parte del cromosoma 22, que contiene el gen TBX1. El TBX1 juega un papel fundamental en el desarrollo tanto del corazón como de los huesos de la cara, por lo que, anomalías en estas partes corporales se ven a menudo en pacientes con síndrome de DiGeorge.
Sin embargo, hasta donde yo sé, nadie se ha parado en examinar el corazón de la raza Araucana para determinar si también sufren anomalías en el corazón, una investigación, por cierto, que, para completar estudios genéticos sobre esta raza, sería más que interesante. La suma o la combinación de anomalías cardiacas junto con las producidas en cuello y cabeza podrían explicar por qué los embriones mueren justo antes de la eclosión. Así, animales con aretes también podrían ser utilizados como una herramienta de investigación científica para estudiar el síndrome de Di George en los seres humanos.
Tipos de aretes
Los aretes pueden ser de diferentes formas y tamaños y en este artículo he recogido algunos ejemplos de aretes, cuyas denominaciones se asemejan a las formas que adquieren los aretes. Los diferentes tipos de aretes no parecen reproducirse muy fidedignamente, pero si se cría constantemente para conseguir un tipo particular de arete, entonces es posible que con la cría y la selección consiga ese tipo de arete deseado. Como todo, en la variedad está el gusto, y cada criador o aficionado tiene su propia opinión en cuanto a qué tipo de arete le gusta más o menos.
Así, podemos encontrar aretes con forma de tirabuzón, en forma de molinillo echado hacia adelante y hacia atrás, izado o inclinado hacia la parte posterior de la cabeza, en forma de balón e incluso hay otro tipo de arete que se asemeja con el casco alado del Dios Mercurio representado en la moneda americana de diez centavos.
Para mí, los más bonitos son el de forma de molinillo y el izado. Los aretes tienen el color de las plumas del pecho de la gallina, no del color de la cara. Bajo mi punto de vista, los machos en color negro y dorado aperdizado tienen normalmente los aretes más vistosos, sobre todo cuando los aretes negros de un macho dorado aperdizado contrastan con el color de su plumaje.
Aretes: Experiencias en la cría y reproducción de las gallinas araucanas
A continuación, enumero los aspectos principales y algunos consejos y recomendaciones acerca de la obtención y reproducción de aretes:
• Los aretes más grandes no tienen por qué ser necesariamente mejores. A veces, unos aretes excesivamente grandes pueden llegar a ser contraproducentes, pues al ser más grandes y colgar más pueden ensuciarse y deteriorarse cuando el animal está comiendo y bebiendo. Por tanto, los mejores aretes son de tamaño moderado y equilibrado.
• Si en tu gallinero conviven Araucanas con otras razas de gallina, los aretes pueden, en ocasiones, atraer a las otras gallinas y estas estarán tentadas a picar los aretes. Por lo general, estos volverán a crecer, pero a veces un folículo de la pluma puede ser dañado irreversiblemente y que la pluma se pierda para siempre. Por tanto, si desea mantener unos aretes intactos para alegrarse la vista o porque quiere presentar a concurso un determinado animal, es recomendable que lo ponga separado con el fin de evitar que otros animales piquen las plumas de los aretes.
• Si solo tenemos un pequeño grupo reproductor de Araucana no es tarea fácil ya de por sí conseguir aretes, y por tanto, es casi imposible obtener suficientes animales que porten un tipo o forma particular de arete. Independientemente de la forma, podemos estar agradecidos de que obtengamos algún ejemplar con aretes.
• Algunos reproductores darán un mayor porcentaje de descendencia con buenos aretes, aunque esto no es predecible. Ni que decir tiene que, si queremos conseguir buenos aretes, debemos sacar el máximo provecho de estos animales prolíficos.
• Es recomendable evitar la cría de animales con aretes irregulares o que tengan aretes en sólo un lado de la cabeza, pues estos animales tienden a transmitir su falta de simetría. Es mejor elegir como reproductor un animal con aretes a ambos lados de la cabeza, aunque sean pequeños, pero que estén equilibrados y moderados que seleccionar un animal con aretes grandes e irregulares.
• Aunque su primer propósito en la cría de Araucana sea conseguir unos buenos aretes, no se olvide del resto del ave. Si un animal presenta unos aretes hermosos pero también tiene un defecto grave, no críe con él.
• Muchos criadores se llevan grandes decepciones pues los pollitos que auguraban grandes aretes, mueren al poco tiempo de nacer. Es algo normal, pues los grandes aretes están estrechamente relacionados con una mayor probabilidad de anomalías ocultas que afectan a este tipo de aves.
Artículo publicado en la revista AVIOCIO (número 26). Autora: Rosalyn Hupson