Los huevos deben conservarse siempre en la nevera, o en su defecto en un lugar fresco. Un ambiente con cuatro o cinco grados centígrados de temperatura es perfecto para su conservación óptima. Para evitar que la calidad de sabor de se vea alterada por otros alimentos en la nevera (pescado, coles, cebolla…), recomendamos almacenarlos en hueveras de cartón o de plástico totalmente cerradas. La posición de los huevos en las hueveras debe ser siempre con la parte redondeada hacia arriba.
Es importante para nuestro control poner la fecha de recogida en los huevos; para ello, debemos utilizar o bien lápiz de carbono o tintas especiales que hay en el mercado para el marcaje de huevos. No utilices nunca rotuladores o bolígrafos, ya que la tinta de estos no es apta para el consumo y, aunque escribimos en la cáscara, algunos componentes químicos penetran a través de los poros en el interior del huevo.
Los huevos bien conservados pueden durar hasta dos meses sin problema para su consumo.
Pocas personas saben que pueden conservarse hasta seis meses si los congelamos. Nada impide la congelación de los huevos siempre que hagamos lo siguiente:
En primer lugar, debemos cascar los huevos y depositarlos en un bol. A continuación, debemos añadir una pizca de sal y batirlos. Una vez batidos, los colocaremos en bolsas de congelación con su fecha correspondiente y los introduciremos en el congelador. Podremos disfrutar de nuestros mejores huevos tanto en comidas calientes como en nuestra repostería casera hasta los seis meses después de haberlos congelado.
Y ya sabes que el huevo sabe a lo que la gallina come, por lo que recomendamos que las aves lleven una dieta variada y natural.