Durante los meses fríos las aves de corral alojadas en el gallinero deben mantenerse a una temperatura constante de entre 3 y 5 grados.
Si la temperatura cae por debajo de los 0 grados, las gallinas pueden sobrevivir al frío siempre que estén alojadas en un entorno seco y sin viento, pero pueden sufrir congelaciones en la cresta y además necesitan comer más pienso para mantener su cuerpo a una temperatura normal (41,8º).
La puesta de huevos también se ralentiza o incluso se detiene totalmente y los huevos pueden congelarse y agrietarse. En un gallinero bien aislado y de pequeñas dimensiones es raro que se llegue a este punto, pues el calor que desprenden las gallinas es suficiente para garantizar una temperatura invernal aceptable. Sin embargo, en regiones con inviernos duros, en previsión de un periodo prolongado de frío extremo (por debajo de -10º), o si el refugio es grande o tiene un techo alto (1,80 metros o más) y alberga solo cuatro o cinco gallinas, puede ser útil equiparlo con un calefactor para mantener la temperatura ambiente correcta.
Ten cuidado de no sobrecalentar el recinto, ya que esto podría provocar una gran diferencia de temperatura entre el interior y el exterior y tus aves podrían enfermar.
En conclusión, la temperatura en el refugio no debe superar los 10º y tienes que calentarlo solo cuando las temperaturas exteriores sean inferiores a 0º.
Cómo calentar el gallinero en invierno
Se recomienda el uso de lámparas infrarrojas (blancas o rojas). Este tipo de equipos reduce el riesgo de incendio (siempre que la zona que rodea a la lámpara se mantenga libre de restos de cama) y no expone a las aves a las emisiones de monóxido de carbono, un gas altamente tóxico. Calientan y pueden iluminar (o no, si así lo prefieres) el gallinero sin necesidad de una ventilación especial o una chimenea. Por razones de seguridad, instala únicamente equipos homologados.
Cómo se instala el foco de calor en el gallinero y qué precauciones hay que tomar
El número de lámparas a instalar depende de la superficie del gallinero, en general, una lámpara por cada 3 metros cuadrados. En un espacio pequeño, una bombilla de 60 W es suficiente. Las bombillas deben estar montadas en un casquillo de cerámica resistente al calor y provistas de una rejilla de protección.
Para regular mejor la temperatura ambiente, puede ser una buena idea conectar las bombillas a un termostato. Es fundamental colocar la lámpara fuera del alcance de las gallinas y de la cama. La lámpara debe colgarse con una cadena de material incombustible y no con una cuerda.
Por último, recuerda que las gallinas soportan mejor el frío que el calor, y estos consejos son recomendables tan solo para climas extremos. El exceso de temperatura en un lugar cerrado podría causar estrés y picaje.