Edad, estrés y otros factores que influyen en la reproducción de las gallinas
• Edad: las hembras reproductoras de más edad tienen menos calidad del albumen y por tanto el huevo se deteriorará antes en los días de almacenamiento que un huevo de otra gallina más joven. Son huevos más grandes, con la cáscara más delgada y con más capacidad de deshidratación, que junto con los días del período de incubación que tendrían, llegarían con más dificultad al éxito final. En gallinas jóvenes que empiezan a poner, debemos descartar para incubar aquellos huevos que sean pequeños, es decir, que estén lejos del peso del “estándar” establecido en la propia raza, ya que con una yema pequeña tendremos nacimientos de pollitos débiles. Asímismo,evitaremos huevos deformados, de doble yema o incluso con mala calidad de la cáscara.
Prestaremos también atención a machos de edad avanzada que puedan presentar una baja aptitud para el apareamiento, ya sea por un libido bajo, propio del sistema hormonal o incluso problemas fisiológicos como artrosis, espuelas demasiado grandes, etc. y que impidan la monta normal del macho a la hembra para fecundarla o incluso que ésta lo rechace. La edad óptima del gallo para fecundar se situa entorno a las 24 semanas de vida.
• Estrés: debemos tener a los animales en ausencia de estrés, controlando el alojamiento para que tengan un ambiente de confort, controlando el manejo para conseguir un bienestar a todos los niveles de los animales reproductores.
• Enfermedades: las gallinas deben estar en perfectas condiciones de salud. Debemos descartar huevos de madres con enfermedades infecciosas, como bronquitis o Newcastle, por ejemplo. También evitaremos incubar huevos de animales tratados por ciertos medicamentos como antibióticos, ya que pueden interferir en el normal funcionamiento fisiológico de la cáscara.
• Alimentación: la alimentación en las gallinas reproductoras debe ser cuidadoso. Recomiendo dietas ligeramente bajas en proteína y a poder ser ricas en el aminoácido lisina, ya que mejora la calidad de la albúmina. El magnesio también es un mineral importante para que inhiba la enzima responsable de la degradación de un tipo de proteína del huevo llamada ovomucina. También nos podríamos encontrar con cáscaras muy porosas o delgadas, por deficiencia de fósforo ó por una mala relación calcio-fósforo (6:1). También es recomendable, y con el buen consejo del profesor de la Escuela de Agricultura de Barcelona Sr. David Clúa y Samper, que comprobemos el pienso que compramos preferiblemente con un macroscopio, aunque a nuestro nivel, una buena lupa nos puede servir para ayudarnos a observar si está bien mezclado, garantizando así la buena ingestión de todos sus ingredientes y comprobando también que esté libre de gérmenes y hongos. Uno de los típicos suplementos en los piensos, y que interfieren en la absorción del calcio para formar la cáscara, es el de la vitamina D3, dónde una mezcla deficiente o altas temperaturas de conservación del pienso, nos podrían dar problemas por falta de esta vitamina, aunque en general las diferentes empresas de pienso aplican correctores, e incluso excesos en vitaminas, para compensar estos inconvenientes. Otro detalle que nos puede influir en la calidad de la cáscara del huevo, es por un exceso de cloro, como las aguas demasiado cloradas que podamos tener en los meses de verano.
Es conveniente que 15 días antes de empezar a recoger los huevos para incubar, alimentemos al lote reproductor (machos y hembras) con vitaminas y a poder ser aminoácidos, consiguiendo una mejor condición vital del animal reproductor y mejor fecundidad. Las vitaminas del grupo B son esenciales para tener unos animales en plena forma, y al ser un grupo de vitaminas hidrosolubles y que se eliminan vía urinaria, podemos mantener una dosis generosa y durante dos semanas con tranquilidad.
Los animales tienen que tener el alimento "ad libitum", o sea a disposición constante, a diferencia de darle de manera racionada, ya que aunque les damos la misma cantidad y calidad, evitaremos tener animales débiles y propensos a problemas sanitarios. Aparte, la gallina se alimenta instintivamente más por la tarde, para poder así conseguir el calcio suficiente para la formación de la cáscara del huevo.
• Temperatura ambiental: debemos evitar temperaturas altas en nuestros gallineros, sobre todo en los meses más calurosos del año, ya que afecta al grosor de la cáscara del huevo. En el caso de un aumento de la temperatura, el ave come menos y puede suponer una disminución de ingestión cálcica, afectando al grueso de ésta, dejando de ser aptos para incubación.
• Manejo específico del huevo: el nidal de huevos de la gallina debe estar lo más limpio posible. Debemos tener en cuenta, que una vez puesto el huevo, tenemos que mantener su potencial de nacimiento lo máximo posible. Recogeremos el huevo puesto cuantas más veces posibles podamos a lo largo de un día, teniendo en cuenta que cuanto más calor haga, más importante es cogerlos pronto para una buena conservación de éste. Una fuente de contaminación importante que también debemos evitar son los prolíficos roedores. También estaremos atentos en observar que el huevo no esté agrietado, y por tanto seremos cuidadosos en su manejo, evitando así posibles fisuras que nos harían bajar el índice de incubabilidad. El Dr. Amadeu Francesch empleaba una técnica propia cuando ponía huevos a incubar, que consistía en golpear muy suavemente dos huevos al oído, y así el ruido nos delataba si uno de ellos estaba agrietado o no, evitando una posible fuente de infección dentro de la incubadora.
• Genético: por último añadir este factor que como criadores ya tenemos siempre en cuenta para evitar animales no aptos para criar. Seleccionamos aquellos con el mejor factor hereditario posible y con el peso correcto del animal reproductor, tanto el macho como la hembra. También nos podemos encontrar con machos infértiles que rápidamente tendremos que eliminar.
• Lote reproductor: normalmente en razas ligeras como las rústicas, de 10 a 12 hembras por gallo sería el óptimo. En razas pesades, entre 6 y 8 hembras por macho.
Destacar para nuestra información y según me comentó el Dr. Amadeu Francesch por su experiencia en la inseminación artificial, que cuando un gallo monta a la hembra, podemos guardar los huevos que ponga la hembra al tercer día de su puesta, ya que éstos serán ya fértiles de la monta del gallo y hasta 7 días consecutivos podríamos recoger los huevos de esta misma gallina, con seguridad de que sean totalmente fértiles y provenientes de aquella primera monta del macho.
Textos de Jaume Berenguer i Boix ( Técnico en Avicultura y presidente de la asociación “Amics de la Gallina Pairal”) para la revista AVIOCIO